lunes, 8 de diciembre de 2008

Sin efectos especiales

Tengo una amiga –creo que todos conocemos a alguien así- totalmente mística. Es de esas que viven con "efectos especiales" Hace unas pausas cuando habla…. así, como para que suene música de fondo entremedio, cuando dice algo medio profundo. Y lanza esas miradas mientras habla, como para que alguien escriba acerca de ella algo como "miró largamente el horizonte mientras decía…". Siempre busca los "momentos kodak", con el cabello al viento y el paisaje de fondo. Es una poetisa de la imagen. Romántica incurable. Mira las estrellas y suspira… en fin, el paquete completo.

Lo cual nos causa muchísimas risas cuando se equivoca en alguna palabra y yo la remedo, con todo su trasfondo de cuento de hadas.

Se me hace que eso es lo que muchos suponen sería tener alguna experiencia con Dios…… y se entiende: está la ceremoniosa música de fondo en la iglesia los días de eventos especiales. Están las ropas "de iglesia", está el lenguaje eclesiástico. "Hermano" "bendiciones" “alabado sea el Señor”, etc. Y los rezos y oraciones están escritos en lenguaje formal. Entonces sin querer se crea una onda de "cuidado… aquí estás por entrar a la presencia de Dios". Ponete en "posición de clase", como nos decían en el colegio.

A mí me pasaba que si yo me enojaba justo antes de almorzar, no oraba, porque no quería hablarle a El con esa "voz"… como si fuera que él no conocía mis rabietas!

Claro que después cuando entré en confianza, me fui al otro extremo y me plagueaaaaaaba con El. Igual ya fue un gran paso adelante. Ahí lo que tenía que acabar era el plagueo, no la confianza de hablar con Dios como una nena mimada habla con su papá. Y a medida que crece, sigue hablándole en confianza aunque sus conversaciones van siendo más maduras.

(Creo que por eso me gustaba leerle al profeta Jeremías, qué tipo plagueón!! Me hacía sentir tan identificada! Si un profeta puede lloriquearle así a Dios, alguien menos consagrado también puede, decía yo. O sea… el rey David era fatalista cuando se deprimía, Jonás era pichado, pero Jeremías era lisa y llanamente plagueón).

A qué viene todo esto? A una gran tragedia, y no exagero: el misticismo le ha robado realismo al Dios práctico, al Dios de entrecasa… el de verdad. Porque mayormente tenemos a Dios en cuenta para cosas "adecuadas" y no para el día a día, la vida real. Y nos perdemos justamente, exactamente, trágicamente, lo único que El pretende de nosotros y ha pretendido a través de la historia de la humanidad: un relacionamiento padre-hijo, un intercambio real.

Así como al dejar la adolescencia atrás y al conocer el amor verdadero nos damos cuenta de que ese amor no es un príncipe encantado, ni una frágil y encantadora damisela con peinado de peluquería 24/7; así como al madurar entendemos que el amor verdadero no tiene aliento Halls a la mañana, ni suena "Forever love" cada día mientras él nos confiesa su amor sin beso hollywoodesco… Así también deberíamos sacarle a Dios la expectativa de efectos especiales al dejar la adolescencia espiritual. Hay Hollywood en las iglesias y en los medios. Hay una imagen irreal que Jesús combatió con lecciones prácticas, y los seguidores que lo escucharon y entendieron fueron justamente los menos pomposos, los menos literatos, los menos místicos. Los que necesitaban cosas prácticas.

Por qué sería esto tan grave? Porque mucha, mucha, pero MUCHA gente que conozco dice que jamás sintió realmente al tal Dios. Que quisiera tener fe, que le encanta leer sobre Dios, etc… pero no logra conciliar las imágenes místicas en su vida real de lunes con tráfico, de lenguaje descuidado, de emociones despatarradas, de horario que no deja tiempo –ni ganas- de dejar de ser quienes son y asumir una onda "cristiana" -tipo Ned Flanders o la vecina que vive con el rosario al cuello.

Vuelvo a mi ejemplo: Si una mujer o un hombre no dejan atrás sus ideales místicos de adolescencia, nunca llegan a conocer el amor verdadero. Son los que, o se quedan solos por no encontrar lo que la TV les prometió, o se casan y duran casados hasta que se acaba la sorpresa. Después, vuelta a “buscar el amor”. Pueden enamorarse, pero no por mucho tiempo. Cuando la novia se vuelve una mujer real, van de vuelta a buscar otra que sea “novia”. Y así, hasta que un día se descubren preguntándose cómo será amar de verdad. Qué se sentirá ser amados con todo y defectos.

O sea, si no dejan atrás lo místico, nunca llegan a disfrutar de lo real. Y la fantasía es linda y necesaria en los niños… es entendible en adolescentes… pero es trágica en los adultos.

Y si nosotros no dejamos atrás la imagen eclesiástica de Dios, no podemos llegar a disfrutar del Dios real. Y tanto que lo necesitamos! Buscamos paz, felicidad, equilibrio, armonía… buscamos zen, yin-yang, iluminación, satori, sabiduría… Si no conocemos a Dios siempre tenemos esta búsqueda, hermosa pero permanentemente insatisfecha, porque no puede ser reemplazada. El alma anhela estar en casa y no se conforma con menos. El alma sabe que Dios nos creó para ser completos sólo en él.

Entonces ante los problemas gritamos, nos sindicalizamos, peleamos, nos divorciamos, nos escondemos, hacemos guerra, emigramos, hacemos protestas, entramos en depresión, pagamos terapia, vamos a spas, reclamamos justicia, nos resignamos, planeamos venganza, usamos lenguaje de “superados”…. y nunca volvemos satisfechos. A pesar de los paliativos, el alma sigue buscando tarde o temprano. Y Dios? Con tan mal márketing que tiene, Dios es una opción para ser usada cuando nos interese la onda mística o la música cristiana, ahora no. Vivimos pagando derecho de piso con amigos o familiares que abusan de nosotros, y aguantamos porque es lo más parecido al amor, a la paz, al alivio, lo más cercano a Dios que podemos tener sin Dios.

Es o no es trágico?

Muchos que dicen conocer a Dios dan clara evidencia de que no es cierto: simplemente tienen mucho conocimiento teórico.. sus vidas cotidianas demuestran claramente que su búsqueda interna no ha sido satisfecha. La otra cara? Mucha gente que no cree en Dios ha incorporado Sus principios de bien a sus vidas, y estas personas dan mayor testimonio del Dios real. Siempre dije esto: no clasifiques al mundo entre creyentes y ateos, la verdadera clasificación está entre quienes están del lado del bien y quienes están del lado del mal. Una creyente crónicamente chismosa o egocéntrica no me muestra nada sobre Dios. Un ateo lleno de amor por los demás, me muestra la esencia de Dios.

Si vos también te decepcionaste de la imagen poco realista que te dieron de un Dios distante, contradictorio, favoritista, condicional, o cuando menos muy aburrido –odia el fútbol, le irritan los adolescentes, le aturde la música, no le interesan las artes, le asusta la tecnología, y sus gustos de moda están unas décadas atrás-, te prometo que te va a fascinar conocerle al Dios que está por encima de todas esas cuestiones. Al Dios que está aquí, al que le hablás de "vos", y que te responde. No para darte un sentimiento de “sublime e inefable paz” con paisaje de fondo, sino para hacerte vivir con propósito. Para que tu vida tenga sentido, aún en vejez, enfermedad, abandono, fracaso o incertidumbre.

Y vas a seguir teniendo problemas, pero vas a aprender a enfrentarlos con autoridad, sabiendo el lugar que te corresponde en el Universo y sabiendo que no naciste para que la vida “te suceda”. Vas a entender de una todas las historias bíblicas, y vas a entender porqué Dios trabajó siempre, siempre, siempre, con gente imperfecta, porqué sus promesas nacieron de vientres estériles y sus triunfos se cocinaron en las ollas de las mayores desgracias. Vas a “usar” lo que te pasa viéndolo desde afuera, desde arriba, y no desde la indefensa posición de tu humanidad lastimada y limitada.

Y el cambio va a ser tan radical como el amor verdadero versus el de las novelas. Como dice Maitena, "la diferencia entre los príncipes azules y los maridos, es que los maridos existen".

La diferencia entre el Dios esperando en las iglesias y el Dios cotidiano, es que el segundo existe, también.

Y mi amiga mística? También hay realidad física para ella: en su caso, ella puede experimentar a Dios en dos versiones :)

sábado, 15 de noviembre de 2008

Señales de que estoy envejeciendo

Pucha que la vida no es igual después de los treinta. Hoy estaba peleando con mi cabello –sí, mi largo y brillante cabello, que tanto yo presumía que nunca usaba shampoos caros, ni me lo teñía, ni usaba secador... Y ahora se le da por vivir con frizz. Y como a las mañanas yo estoy en piloto automático, lo último que necesito es tener que usar mi inexistente paciencia para amansar mi look "lamida de vaca" con alguna crema. Por qué tanto frizz ahora? pensé. Se me cae tanto pelo!

Y me salió la mala palabra -o mala frase-, esa que una vez que empezamos a usar, ya sonamos: "Antes no me pasaba esto".

Soné :(

Al menos le estoy cumpliendo el sueño a mi esposo, él siempre decía que quería que envejeciéramos juntos.

También tengo otras señales de incipiente "madurez": ya no hago dietas drásticas para el verano. Ya no busco bajar 8 kgs en una semana comiendo… no, comiendo no, compartiendo una manzana con alguna amiga tan tarada como yo. Ya no me desespero por estar espléndida la primera semana de setiembre –espléndida léase: bronceada como una mulata, y flaca como un espárrago. Un espárrago negro, eso.

Nah, ahora la tipa curte onda tranqui en la playa untando sus kilitos de más -y la creciente calvicie del marido- con bloqueador Factor Protección Solar 900, y sermoneándole sobre el agujero de ozono… mientras acaricia su cabellera debidamente domada con crema anti-frizz. Quieta ahí, quieTAAA!!

Ahora mis dietas veraniegas dejaron de ser cosas "adelgazantes" y pasaron a ser cosas "sanas".
Patético. Estoy vieja.

Hay otra señal de madurez… (sí, es más "sano" decir madurez que "vejez"): Otra señal es cuando dejamos de culparle a Dios de lo que "nos pasa", es decir, de las consecuencias a largo plazo de nuestras decisiones diarias.

Una amiga que vive (sobrevive) con un marido mujeriego, me dijo hace poco: "Dios jamás me respondió a mí, y yo siempre trato de hacer las cosas bien, de ser buena esposa, ¿por qué Dios me abandonó si yo también soy su hija, por qué no le importa mi sufrimiento, no me ayuda con mi esposo?". Enojada con Dios y pidiéndome que ore por ella.

Yo no le dije, pero les confieso que esto es lo que le quise decir: "no, no voy a orar más por vos, ya oré y Dios ya escuchó. Ahora dejá de orar y empezá a escucharlo vos a él".

Le quise decir "Dios sí te respondió, y te mandó gente, libros, señales, músicas, informaciones; para que supieras lo que tenías que hacer sobre tu situación matrimonial. Pero tuviste miedo y preferiste no seguir esos consejos que te parecían drásticos. Y aplicaste tu propia sabiduría, tratando de salvar tu matrimonio de una forma que a vos y tu esposo les fuera menos dolorosa".

Le quise decir "Dios sí te respondió y vos le dijiste No gracias, mi plan es mejor. Y le dijiste un clásico: te ruego que bendigas mi plan. Y ahora que estás en crisis otra vez, en vez de agradecerle a Dios porque te dio su respuesta perfecta, te quejás de él porque no prosperó tu plan, ese plan que tantas veces te demostró y seguirá demostrando que no funciona".

Esta amiga hizo lo que muchos hemos hecho alguna vez. Podemos seguir quejándonos cuando una situación nos duele y en el fondo sabemos que hay otros métodos de lidiar con ella. Podemos acusar a Dios de indiferencia y hacerle los berrinches que criticamos en los niños. Pero cuando no reconocemos Su sabiduría superior y cuando no aceptamos Su consejo, lo lógico sería que tampoco esperemos su ayuda. Lo lógico sería que, si seguimos con algunos planes gastadísimos, bienintencionados y forzados (y llenos de "fe"), también sigamos con nuestra propia "bendición" a través de los años. Porque la bendición de Dios va siempre acompañada por su justicia. Una "mirada perfecta" a un plan, no podría incluir un "hacerle la vista gorda" a motivaciones erróneas o a pequeños daños ocultos.

Lo triste en algunos problemas recurrentes es el no darnos cuenta de que, si aceptáramos pasar por la incertidumbre que implica hacer algo a la manera de Dios, veríamos resultados diferentes. Y mientras esto no ocurre, las oraciones piadosas de amigos intercediendo por mi crisis, no logran nada… Porque mi libertad de elección se interpone en el camino de la intercesión de los otros. Y de la ayuda de Dios. Mi libertad es la que manda, siempre.

Supongo que es prerrogativa de los más jóvenes (o los menos maduros), la priorización de la apariencia en vez de la salud, las dietas drásticas, las reacciones extremas, o las bebidas baratas pero abundantes. Y quizás sea prerrogativa de ellos también "amar" a Dios con amenaza incluída, amenaza de ateísmo ante la falta de las respuestas que ellos quieran escuchar.

(OK, convengamos que hay por ahí una partida de jóvenes sabios que aprenden todo esto más temprano y se ahorran dolores de cabeza mucho antes que nosotros los del promedio … a ellos, nuestra eterna admiración!!)

En cuanto a mí, yo sé que hoy ya no encuentro placer en protestar por cosas que en el fondo sé están en mi control y dependen de mi decisión. Sé que ya no me funciona el autoengaño. Y meto la pata, y me equivoco, y lo seguiré haciendo, pero sé que ya no disfruto de la "resaca" después de que mis caprichos me dominan. Las decisiones correctas cuestan, es cierto. Implican sacrificios a veces. Pero lo barato sale caro. Y lo caro trae una satisfacción que lo barato no nos puede dar.

Y después de golpearnos la cabeza por años aplicando la misma fórmula y esperando obtener un resultado diferente, un buen día juntamos coraje… o simple curiosidad, o ambos, y probamos el método jamás probado.

y…

…surprise!

era cierto!

Dios sí veía el cuadro completo, y sus sugerencias eran parte de un plan mejor!

Y eso es adictivo, porque después de haber probado el buen vino, el paladar no vuelve atrás y ya no se siente tentado por el vino en caja… (otro clásico de la época de la facu, entre paréntesis, ese vino que te emborracha sólo con levantar la tapita del tetra-pack).

Vale la pena probar un método diferente. Vale la pena el susto que implica dar un salto de fe, cuando ya está demostrado que algunos de nuestros planes no tienen efecto en los demás, o que nuestras excusas ya no nos consuelan, o que nuestras protestas a Dios nunca lo mueven a regalarnos algo mediocre.

La vida es demasiado corta para no probar cosas buenas. Demasiado corta para no animarse.

Al menos yo, ya no quiero perder valioso tiempo con métodos dudosos.

…y vos?

Advertencia: si estás de acuerdo con esta última frase, podrías estar revelando tu edad :)

jueves, 11 de septiembre de 2008

Suicidate.

Tiempo atrás en un foro de Internet un chico escribió diciendo que se quería suicidar, que su vida era horrible, que no tenía nada por qué vivir…

Naturalmente, un montón de gente bien intencionada le respondió rogándole que no lo hiciera. Unos le contaron sus propias experiencias con la depresión o pensamientos suicidas, otros le ofrecieron amistad. Todos le urgieron a ver la vida de la forma en que ellos la veían.

Yo entré al debate y le dije.. ¿sabés qué? Según lo que contás, tenés razón. Tu vida apesta. Acabá con ella, no vale la pena vivir así.

Realmente eso fue lo que le deseé, de corazón. Pero déjenme explicarles mejor:

Matá la vida que llevaste hasta ahora y no te funcionó. Matá a la persona que sos ahora y tiene hábitos, actividades, pensamientos, sentimientos, amigos y entorno deprimente. Hacé para vos mismo algo que simbolice que a partir de tal día esa persona, así como fue hasta ahora, ya no seguirá viviendo. Y dale vida a una persona nueva, con todo esto nuevo. Sé otra persona.

Suena ridículo? Más ridículo es vivir esperando la muerte. O renunciar a toda la vida en vez de renunciar a cierto tipo de vida. Si uno llega al punto en que no tiene nada que perder, ¿qué importa lo que el mundo piense?

Qué impresionante es el momento de la muerte que antecede al nacimiento. Nunca voy a olvidar la cara de un querido amigo cierta noche, agotado por la frustración… cansancio, dolor, miedo, rencor, impotencia, el paquete completo. El ya había tenido pensamientos suicidas. Pero esta vez entendió que lo que quería era matarse y seguir viviendo.


Recuerdo el momento exacto en que hizo "clic", porque lo presencié. Él estaba luchando, lanzando al aire ideas, palabras amargas, planes… De repente suspiró y se sentó, más bien se dejó caer. Se rindió. "No quiero" dijo. "No quiero nada más de esto, quiero cambiar todo. Quiero otra vida familiar, otras actividades, no quiero esconderme más en el trabajo y en la tele. No quiero más amistades huecas. No quiero ser popular por decir lo que otros quieren escuchar. Quiero otra cosa. Quiero sentirme bien. No quiero más estrés, no más medicamentos. No más vivir endeudado. Quiero tener fuerza, no andar como un viejo. Esto no es vida".

No recuerdo cuántas cosas más sacó del baúl esa noche, pero les dio muerte con el arma letal del "no más". Al día siguiente busqué a mi amigo y ya no estaba. Se había ido para siempre. Y en su lugar, estaba una persona dando sus primeros pasos de un aprendizaje que no fue inmediato, ensayando una vida con más sentido. Es cierto, el "difunto" "resucitó" un par de veces. El "recién nacido" tuvo un largo proceso, pero sobrevivió y creció. Después de meses de mantenerse firme, finalmente consiguió todos los "quiero" que había pedido, y más de ellos. Y se deshizo de todos los "no quiero". Y lamentó no haberse suicidado antes.

Yo también me suicidé en algún momento, lentamente. Maté algunas expectativas antes de que ellas me mataran a mí. Maté relaciones negativas que sólo me llenaban de compromisos que ni siquiera disfrutaba. Maté reproches, heridas y actitudes. Maté el escepticismo que me hacía cínica e infeliz.

(OK… convengamos que algunos de mis defectos están simplemente desmayados. Y otros gozan de muy buena salud… pero ya tienen sentencia de muerte. No los quiero en mi vida. Son una carga inútil, son… como las muelas de juicio del alma -no sé a ustedes, a mí para lo único que me sirven ésas es para visitar al dentista. Not cool).

Una de las cosas que nos diferencian de los animales es que el ser humano tiene la hermosa capacidad de reinventarse. Es un privilegio gratuito, hecho a la medida de cada uno y listo para usarse en cualquier momento.

Si un día de estos buscás inspiración, ponete en contacto con personas que mataron al sabelotodo, al atrapado, a la víctima, al dependiente, al intransigente, o al complaciente que vivía dentro de ellos. Te van a contagiar sus tendencias suicidas.

Y te van a comentar de sus amigos que trataron de “salvarles la vida". Claro, los amigos extrañan a las personas a quienes estaban acostumbrados y protestan por las vidas nuevas. Se burlan de las nuevas actitudes. Es entendible: todo cambio genera resistencia. Quizás, si son sus amigos de verdad, de aquí a un tiempo celebrarán el nuevo nacimiento. Y si no lo son…. Bueno, pues que hagan duelo, porque los difuntos no volverán.

Una de las cosas que me encantan de Dios, es que él es el Dios de las segundas oportunidades. Para la mayoría de nosotros, la mujer que engañó a su esposo es siempre mirada como "la que hizo tal cosa". El empresario que robó y fue descubierto, mancha su reputación para siempre. Los medios le dan un apodo de por vida. En nuestro entorno, la frase "quién no te conoce" implica que tu pasado te condena, no importa lo que hagas en el presente. Quizás eso explique en parte por qué tanta gente ve el suicidio literal como única opción.

Pero Jesús simplemente le dijo a la mujer adúltera "Yo no te condeno. Vete, y no peque más". En lenguaje moderno: ya pasó, no pienses más en eso. Andá, hermosa mujer, la vida te espera. Empezá de nuevo. Y no vuelvas a la vida que te lastimó".

Ese es el corazón de Dios. El mira al adolescente angustiado, a la mujer resentida, al joven aburrido, al hombre fracasado, a la anciana sin esperanzas, y les anima a suicidarse con estas palabras: "El que está en mí es una nueva persona". Y no se refiere a cambios de “onda”, de ropa, de afiliación religiosa, de lenguaje ni de gustos musicales. Se refiere al único cambio importante: el de adentro. Se refiere a alinearse con principios universales de bien. A dar rienda suelta a lo que nos apasiona y luego llevarse la sorpresa de que esa pasión específica, que tanto postergamos, era justamente parte del propósito para el cual nacimos.

Y es así como el rockero drogadicto se vuelve rockero sano. El marido lleno de escapismos encuentra una vida real que disfrutar. La mamá postergada recupera su identidad. La esposa aburrida florece como una teen enamorada. El adicto al trabajo empieza a buscar verdadero éxito y deja de regalar su vida a extraños. La "superada" desecha sus máscaras y se vuelve una aprendiz entusiasta. La abusada recupera su disfrute sexual. El adolescente encuentra propósito. La prostituta forma una familia. El desengañado se juega por un nuevo amor. La limpiadora recibe su título universitario. Sí, a eso se refiere Dios cuando dice "Yo hago nuevas todas las cosas". Y hay millones de personas que son prueba viviente de que eso es una realidad.

¿Entendés ahora, amiga juzgada por gente que no sabe lo que sentís? ¿Qué te parece, amigo harto de tus problemas de siempre?

¿Estás cansado de tu vida?
Suicidate :)

martes, 29 de julio de 2008

Dios, qué injusto sos conmigo.

Así le dije una día.

Dios estaba siendo injusto... no, terriblemente injusto conmigo. Y con mis amigos y familia. Tenía que decirle lo que sentía, me hacía bien detallarle una a una sus injusticias.

Philip Yancey escribió una vez sobre las “atroces matemáticas de Dios”. Tomando algunas parábolas de Jesús, mencionó la absurdez de la forma de Dios de hacer cuentas. La parábola de la oveja perdida –el pastor que deja a 99 ovejas para ir a rescatar a una, sólo una, que se había extraviado. La del hijo pródigo –el padre que recibe a su hijo con fiesta y honores, después que éste lo abandonó, despreció y deshonró; con el agravante de que el “hijo bueno” que jamás huyó de la casa, no recibe semejante premio. La del trabajador que se acopla a la tarea a última hora, y recibe el mismo pago que el trabajador que empezó de mañana.

Una amiga agnóstica me dijo que el tema de la “gracia” (el favor inmerecido de parte de Dios) era uno de los motivos por los que ella ya no podía creer en Dios. Tendría que existir un Dios justo y coherente, me dijo. La parábola del trabajador le era especialmente irritante… pagas iguales a dos personas que trabajaron horas desiguales??? In-jus-to!!

Aaah, cuánto nos gustaría que la gente que no actúa como nosotros, o que nos lastima, reciba inmediatamente “todo el peso de la ley” de Dios! Cuántos leímos alguna vez el salmo 37 o parecidos con la “esperanza” de que aquellos que gozaban de bondad inmerecida de Dios, lloraran lágrimas de sangre! Y cuán poco nos acordamos de que la misma gracia que Dios tiene para ellos –injustamente- la tiene para nosotros cada día.

Nos alineamos con las prioridades de Dios cuando tenemos tiempo, o cuando lo estamos buscando por algún motivo, y aún así El nos da la misma paga que les da a quienes día a día buscan sembrar su reino. Llegamos tarde, pero tenemos la misma cantidad de paz, de bendición, de promesas, de amor incondicional. Claro, pero ahí no nos sorprende el amor absurdo de nuestro Papá. Ahí lo que recordamos es aquel dicho: “Dios me perdonará, ese es su trabajo” :)

Jesús relató esta respuesta del empleador “injusto”: ¿Acaso no estuviste de acuerdo a trabajar por un denario? Acaso te fallé? ¿No tengo derecho de hacer lo que quiero con mi dinero, o te da envidia que sea generoso?

Amiga agnóstica, te molesta que yo sea tan paciente con quienes vos quisieras condenar ya mismo? Hermano del hijo pródigo, ¿acaso sentís que no te quiero? ¿o sólo te fastidia que mi amor alcance también a un hijo ingrato? Discípulos, ¿les faltó mi atención? ¿o sólo les molesta que también me guste pasar tiempo con otro tipo de gente? Gente, ¿qué parte de “no codiciarás” no entendieron? Quieren justicia? Cuál sería un pago justo por sus quejas, su crítica a otros, su amargura, su status quo, su terquedad, su cobardía, su falta de decisión, sus exigencias…? Quieren justicia, o prefieren seguir acogiéndose a mi gracia?

Yancey lo resumió de manera genial: “las historias de Jesús no tienen sentido económico… la gracia no puede ser calculada... La gracia no consiste en contar quién termina primero o último, consiste en no contar”.

Si vamos a ser justos, “denunciemos” las injusticias que Dios ha cometido con nosotros hasta ahora.

Empiezo yo: El me creó para Su propósito, y una buena parte de mi vida yo estuve viviendo para los míos propios. Elegí mis métodos en vez de los suyos, y me quejé de El cuando mis métodos no me funcionaron. Muchas veces recordé sus propósitos cuando me convenía. En honor a la justicia, El debería haber hecho cualquier cosa que equilibrase el tema, pero fue injusto y me dio cuanta gracia necesitara. Hasta que comprendiera cómo era el amor.

Me rodeó de gente hermosa y muchas veces me quejé de soledad. Me hizo nacer en un lugar donde no paso hambre, y muchas veces olvidé honrar la comida como la honran los chiquitos que sólo la ven una vez al día.. o cada dos días. Injusto. Y aún así, tengo mis 3-4 raciones diarias aseguradas para hoy, mañana, pasado… aún cuando algunos de esos días recordaré agradecer y compartir emocionada… y otros días no me importará hacerlo.

Es injusto que para todo lo lindo que está pasando en mi vida, yo sólo tenga que creer y actuar en consecuencia, y con eso ya se pone en marcha la maquinaria espiritual que hace que fluyan las situaciones y circunstancias, las respuestas y las sorpresas, la bendición y la alegría.

Tengo dos manos que muchas veces trabajaron de mala gana esperando que llegara el trabajo ideal, el estado de ánimo ideal, la situación ideal. Y conocí gente que trabajó todos los días de su vida, y le falta un brazo, o los dos. Tengo una lengua que unas veces habló cosas constructivas, y otras me metió en problemas. Tengo talentos que por mucho tiempo estuvieron estáticos. Lo justo sería que yo "pagara", que yo compensara para equilibrar la balanza, por no haber estado por tantos años a la altura de lo que Dios tenía en mente cuando me creó.

Pero no pagué.

Sólo me tocó agradecer que Alguien ya hubiera pagado por mí. Y pucha que le costó caro.

Además de no pagar, me comparé con otros. Y revisé sus cofres, para ver si lo que Dios les había puesto allí era “justo” para lo que yo pensaba de ellos. Para ver si alguno tenía más juguetes que yo, y para reclamar por qué.

Y para completar la ironía, cuando dejé de hacer mal algunas cosas, se me acabó la paciencia con la gente que todavía no renunciaba a aquello que yo ya renuncié. Me olvidé de mis propios tiempos y juzgué que ellos se estaban tomando demasiado tiempo.

Ufa, Dios, qué querés que te diga… tu amor es muy injusto conmigo. El intercambio es demasiado disparejo. Ni siquiera te molesta lo que te digo! Te reís, como diciendo “qué lindo que te diste cuenta! Espero que ahora disfrutes más de la vida! Hacía tiempo que te quería ver así aliviada, contenta, agradecida, en paz”.

Y bueh... Gracias, Dios, porque puedo acogerme a tus absurdas matemáticas. Gracias porque me querés tanto que no dejás de creer en mí, de mostrarme cosas, de responderme incluso las preguntas de nena caprichosa que a veces tengo.

Gracias por no darme lo que merezco, sino lo que es digno de tu amor perfecto y nada mezquino.

Gracias, Señor, por tanta injusticia.

sábado, 19 de julio de 2008

Legado de un chico de 11 años

Diego falleció esta madrugada.

Tenía leucemia, pero estaba estable. Hasta que sufrió una caída que lo dejó inconsciente. En un hospital público, en mi país, no es sorpresa que no haya habido un respirador disponible para él esa noche. Pero hubo doctores hermosos que mantuvieron a Diego como 6 horas con un respirador manual, turnándose para bombear aire a sus pulmoncitos, manualmente.

Qué fuerte fue esa imagen en el hospital, yo comentando amargamente qué vergüenza, cuántos fondos desperdiciados que deberían ir para Salud Pública, bla, bla, bla… Pero al salir del cuarto donde Diego luchaba por su vida, sólo tenía palabras de agradecimiento por esa doctora con cara de cansada, que bombeaba sin parar, mientras el doctor anterior se sacudía los brazos cansados del turno anterior. Sonreían. Luchaban con él. Recordé las palabras de Rick Warren: “no creo que la vida sea como una montaña rusa, en la que a veces uno está arriba y a veces abajo. Creo que la vida es como las 2 vías de tren, donde lo bueno y lo malo están siempre presentes, en paralelo. Sólo es cuestión de enfocar en cuál vía decidir poner nuestra energía y atención”.

A partir de esa noche pasaron demasiadas cosas que no podría resumir. Simplemente Fabián y yo nos abrimos y dejamos que sucediera todo lo que sucedió: amistades, despedidas, bienvenidas, risas, lágrimas, lecciones, historias, unas poquitas personas entrando y saliendo de nuestro departamento –que está frente al hospital- brevemente pero con poder. Nos dispusimos a ser instrumentos de Dios, y también a ser recipientes de lo que hubiera que llenar… y vaya que se llenó!

No puedo resumir estos once días, cada uno trajo algo nuevo. Pero sí quiero resumir mi agradecimiento a Diego por su legado.

Gracias, Diego, por dejarnos la inspiración y la amistad de tu papá y tu mamá. No los vamos a soltar más. Y todas las otras amistades que se están formando de a poco, gracias a esos pocos momentos, aislados pero intensos, a cualquier hora en el hospital.

Gracias por haberme enfrentado con tener que abrirme a mi prójimo YA! y no darme tiempo a pensar, a planificar cómo tal o cual ayuda encajaría con mi estilo de vida.

Gracias por hacerme tragar todas mis palabras amargas contra un sistema de salud corrupto, simplemente porque esas palabras abarcarían injustamente a un puñadito de gente hermosa que trabaja allí, y ellos inspiran palabras de sorpresa e inspiración, no de frustración y enojo.

Gracias porque luchaste hasta lo último. Gracias porque aún cuando otras personas pudieron haber dicho “no pasa de esta noche”, vos seguiste luchando por tu vida, con todo lo que tenías. Cuánta gente se entrega y tira la toalla en pleno uso de sus facultades mentales. Vos estabas inconsciente y seguías sin entregarte. Qué lección!

Gracias por haberle dejado al pastor Jorge sin palabras, “sin la teología”, como describió él el sentimiento al verte luchando por tu vida. Y de rebote, a otros chicos en ese hospital. Porque se quebró, y gracias a eso nos transmitió y nos contagió eso que está más allá de la teología, de las palabras, incluso de las intenciones. Nos enfrentó cara a cara con lo que hay a la hora de la verdad, sabiendo todos que, aunque no estamos en el hospital con algún familiar, ésta es la hora de la verdad. Cada hora de vida y lucidez. El que tiene oídos, oiga.

Gracias por habernos dado un nuevo entendimiento sobre la muerte terrenal. Gracias por enseñarnos la diferencia entre sufrir y quejarse. Claro que hay que llorar y gritar, porque… pucha que duele el dolor! Pucha que es tan humana nuestra humanidad. Pero quejarse es otra cosa. Maldecir lo que nos toca está en otra categoría. Tus papás no lo hicieron, y dentro de su dolor nos están bendiciendo tanto con su inspiración, que hasta suena increíble. Ellos sufren porque te quieren. Pero ellos entienden bien algo que es difícil transmitir con palabras. Bendijeron todo lo que tocaron a su paso por el hospital, al mismo tiempo que lo regaron dulcemente con lágrimas. De nuevo, “donde acaba la teología”. O como dice la Biblia, “el reino de Dios no es cuestión de palabras, sino de poder”… y qué poder se siente cerca de tus padres!

Pucha, Dieguito. Ni nos conocías y mirá todo lo que hiciste por nosotros. A nuestros treintitantos, será que le sacudimos tanto la cabeza siquiera a una persona, como lo hiciste vos a tus escasos once?

Si hubieras escuchado el sermón de despedida de Jorge el domingo pasado… 100% causado por vos. Moviste a toda la iglesia. Nos hiciste reír, nos hiciste llorar, nos hiciste aplaudir, pensar, soñar, y sobre todo decir Basta! Basta de esperar que la vida nos dé lo que Dios hace rato ya nos dio y nos toca simplemente conquistar, o recuperar, o entender. Nos toca sacudirnos de encima las excusas, e incluso sacudirnos de encima a la gente que elige seguir teniendo excusas. Hasta que elijan lo contrario. Porque esta vida es corta. Y porque no puede ser que un hombre sin sus 2 brazos y sus 2 piernas esté sacudiendo al mundo, y mis dos piernas estén moviéndose en predecibles círculos, de la casa a la oficina, de la oficina a la iglesia, de la iglesia a compromisos, y de vuelta a casa. No puede ser que mis manos estén señalando a otros, amasando rutinas, o apretando el control del televisor para ver quién me inspira ahora.

Hacía tiempo que veníamos aprendiendo, entendiendo, adoptando cosas lindas, y haciendo cosas a cuentagotas, “preparándonos”, pero la vida no para mientras nosotros ensayamos una decisión. La vida no espera. La muerte tampoco espera. Basta. Muchos dijimos "basta" la semana pasada. Y no estamos analizando ni volviendo atrás. No más.

Nos dejaste la lección de la inmediatez para lo importante. Todo lo bueno que sabemos, es para aplicarlo YA. No para forwardear interminables mensajes lindos por e-mail. Ya lo sabíamos, pero en fin… ¿qué excusa te puedo decir? Nos recordaste que los abrazos y las palabras buenas son para ya. No para sentirlas y esperar el mejor momento, que nunca llega. Nos recordaste que lo que sabemos que hay que desechar de nuestras vidas, por inútil, es para desecharlo ya. Antes de terminar de escribir este párrafo. Ya.

Qué loco, Diego. ¿Tenías en mente causar algo así? Sos parte de nosotros para siempre. Acá abajo y después. Y en ese “después”, en la vida que te verá sin leucemia y sin cama, ahí te voy a poder decir gracias cara a cara. Y atrás mío, en fila, unos cuantos sacudidos también lo harán.

Hubiéramos querido conocerte bien, y que tus padres te tuvieran muchos años más. Claro que duele. Pero dejame decirte algo...

Tu vida fue corta, hermosa, valiente y necesaria.

Y tu vida dejó un legado que millones de otras vidas, con muchos más recursos, conocimientos y edad que vos, no lograron dejar.

Hasta la vista, campeón.

viernes, 4 de julio de 2008

"Naciste para triunfar"

Hay gente que pasa por nuestras vidas por un período cortito de tiempo, pero deja una marca para siempre. Creo que todos conocemos a alguien así. Es como que Dios, de tanto en tanto, nos envía abrazos a través de gente que “toca tambo” en nuestras vidas y sigue viaje. El tema de hoy lo dedico a un tipazo que está volviendo a su tierra, para ir a regalar esperanza, entusiasmo y espíritu de victoria a sus compatriotas, de la misma forma que lo hizo aquí con nosotros.

Jorge no puede estarse quieto ni hablar bajito. No puede hablar sin destilar entusiasmo por todos los poros. Tiene un vozarrón, casi-salta mientras habla, le brillan los ojos, no le cabe el entusiasmo en el cuerpo! (Cómo te vamos a extrañar, man!)

Jorge me contó una vez la siguiente anécdota: lo llamó un profesor-consejero de la escuela cristiana donde estudia su hijita, para decirle, con mucho tacto, que él estaba haciendo algo mal con respecto a la educación de ella. Que ella solía decir que había nacido para triunfar, y que eso no era realista. Que todos los cristianos deberían saber que en este mundo sufrirán, que tendrán que cargar su cruz, etc, etc.. y que en síntesis, esta nena tenía un optimismo irreal… no se la estaba preparando para los golpes de la vida.

Claro, la nenita está sometida a triunfoterapia desde que nació… y al ritmo hipermegaentusiasta de su papá. “Para qué naciste??!!” le pregunta él de rutina. “Para triunfar!!” responde ella. La muy marciana. Entre tanta gente acostumbrada a sobrevivir y a depender de factores externos que determinen cómo será su día, su humor, su vida, la pobre es un espécimen raro.

Qué triste que hayamos entendido tan mal el evangelio. Qué triste que muchos piensen que “cargar la cruz que te toca” significa andar con la cabeza baja y con la famosa frase “pero yo confío en Dios… (snif) El me sostiene… estamos en la lucha…”

Qué trágico que no seamos conscientes de que estamos aquí, ahora, para reinar, para gobernar la creación como inteligencias superiores que somos. Para ser evidencias vivientes del poder de Dios en el ser humano. No para aguantar estoicamente, dando un triste testimonio de tal poder, esperando la eternidad para, por fin, sonreír.

Cuando los fariseos le preguntaron a Jesús porqué cierto hombre había nacido ciego, especularon así: "¿fue por su pecado, o por el pecado de sus padres?". Jesús no aceptó ninguna de esas inútiles opciones y respondió: "Para que el poder de Dios se manifieste en él".
Cool :)

Lo que Jorge está haciendo con sus hijos es lo que todos deberíamos hacer: declarar –y demostrar- que estamos aquí para triunfar. Dios nos creó con un propósito. No para no tener caídas, sino para saber que podemos levantarnos y seguir persiguiéndolo. Dios no permite jamás que atravesemos un problema, sin antes equiparnos para triunfar sobre él. Y si no estamos triunfando sobre un problema de años, una de tres: o no sabemos que nacimos para triunfar, o sí lo sabemos pero no estamos dispuestos a hacerlo, o no hemos aprendido cómo.

Sí, algunas batallas vamos a perderlas. Sí, estamos sujetos a factores que no podemos controlar. David Richo habla de 5 hechos inevitables en esta vida: el cambio, los reveses en los planes, la injusticia, el dolor, y el hecho de que las personas que amamos, nos fallan de vez en cuando. El sostiene que en realidad nuestro miedo y nuestra constante lucha contra estas 5 certezas, son la fuente verdadera de nuestros problemas. La cuestión es aceptarlas y encararlas, y usarlas para seguir creciendo. No lamentarse y sobrevivirlas.

¿Hay algún problema que está triunfando sobre vos? Contale la noticia: naciste para triunfar, porque estás del lado de Aquel que triunfó sobre todo el mal y te capacitó para imitarlo. Hoy, mañana, dentro de 3 semanas o 2 años, pero vas a triunfar sobre ese problema, porque estás equipado para hacerlo y tu “equipo” es parte de tu propósito. Si es cuestión de aprender cómo, buscá los medios. Si otras personas pudieron sobreponerse a divorcios, cáncer, vivir con una enfermedad, sin un miembro del cuerpo, en cautiverio, o habiendo perdido a un ser querido; quiere decir que se puede, que la raza humana puede. Llorá, decí que duele si es necesario, acusá recibo del golpe, porque el dolor -maldito dolor- es real. Pero no te quedes abajo para siempre. Naciste para triunfar. No dejes que ningún desinformado te convenza de lo contrario.

Y si te sentís tentado a decir que tu situación es imposible, imaginate lo peor. Pensá qué harías sin un brazo… sin dos… sin los dos brazos y una pierna… bah, sin las dos piernas también! Después tomate un minuto para comparar esos pensamientos con los de este chico australiano del video, que se tomó en serio las palabras de Jesús: “para el que cree, TODO es posible”:
http://www.youtube.com/watch?v=0RiTJzcTFQE&feature=related

lunes, 26 de mayo de 2008

Qué pelada!

“Pelada” es el término que se usa en mi país para describir esos momentos vergonzosos, embarazosos, en que querés que te trague la tierra, o que al menos, nadie te esté mirando. La última pelada que yo recuerdo fue cuando entré a la oficina de mi jefe con una peluca que había traído un compañero (mi jefe tiene muy buen sentido del humor). No le dije nada, sólo entré a su oficina con un documento para firmar. La idea era, obviamente, que el hombre explotara en carcajadas al verme, como habíamos explotado nosotros antes al ver a mi compañero. Pero nada. Muy diplomático, él firmó el documento y me agradeció, bien serio. Yo lo miraba como diciendo “helloooo…. peluca de loca, no ves??” Él me hablaba y me miraba con un gesto paternal, como si yo me hubiera hecho un peinado horroroso y lo exhibía orgullosamente, y como si él no quisiera herir mis sentimientos. Salí de su oficina y me empecé a reír sola, pero en realidad tendría que haber entrado de vuelta y decirle “hey… era broma! No soy taaan ridícula!”

Encima, mi jefe es extranjero. Lo habrá tomado como algo cultural, no sé :) Pero qué peladaaaaaaaaaaa!!!

Ayer estaba pensando que si Jesús estuviera caminando hoy día entre nosotros, tenerlo como amigo sería una gran pelada.

Sospecho que pocos Cristianos admitiríamos esto. Las veces que se habla de supuestos como éste, se escuchan comentarios inmediatos como: “yo sí lo reconocería como hijo de Dios aunque todos mis compatriotas lo negaran. Yo sí andaría con él, y no me importaría lo que dijesen los demás. Lo dejaría todo por estar con él”. Y el famoso “yo no me avergüenzo de Jesús” que tanto se lee en e-mails reenviados con bendiciones, oraciones, etcétera.

Será? Veamos…

1. ¿No sería una pelada estar con Jesús cuando ya supiera que está por morir? Un cristiano actual en esa situación recibiría la visita de un pastor o sacerdote que le dé la extremaunción. Un poco de aceite de oliva en la frente, una oración, la gente alrededor llorando en silencio. Un momento solemne. Sin duda, es la forma digna de entregarse al Señor. Pero Jesús está en casa de un amigo aquí en la ciudad, cuando de la nada aparece una mujer de reputación dudosa, mal vestida. Derrama un frasco entero de “Armani Gio Eau de Parfum” en los pies de Jesús, y se los seca con su propia cabellera (que -dicho sea de paso- está teñida con muy mal gusto, evidentemente en alguna peluquería barata).

Qué pelada, piensan los anfitriones. Uno señala que esa “desubicada” desperdicia así un perfume que se podría haber vendido para donar la ganancia al Hogar de Niños.. quién la invitó a esta reunión, para comenzar?

Pero sienten más “pelada”, cuando Jesús reprende a los que la critican y declara que ella ya lo ungió para su muerte (S.Juan 12:1-8).

2. Sábado de noche paseando por el centro. Momento informal, sólo de relax. Jesús entre nosotros. Estamos bien vestidos, mostrando nuestra mejor cara social. Las cámaras de “sociales” de dos periódicos están al acecho para retratar la movida nocturna con Jesús, la estrella del momento. Jesús está al volante, y detiene el auto frente a la Plaza Uruguaya, conocida por sus prostitutas. Éstas se acercan a él felices, riendo y hablando a los gritos. Nosotros miramos a cualquier otro lado.. no, mentira, las saludamos cortés-forzadamente. Pero no era la actividad social que teníamos en mente. Y además… a ver.. quién se está acercando? noooooo, los papparazzi nooo!!!

Qué pelada es andar con alguien que siente que todos los tipos de personas tienen igual valor y merecen igual atención!

Además, qué desconsiderado este Jesús.. no piensa en nuestra situación “real”. O sea, todo bien con los nobles sentimientos y todo eso, pero ¿cómo podrán el hijo del Pastor y el secretario de la Conferencia Episcopal explicar después esa foto cerca de una prostituta, un sábado de noche? A Jesús no parece interesarle este “homicidio social”. Nos dice que no piensa explicar nada. Nos reprocha que nos preocupamos por cosas secundarias y cambia de tema. Qué desconsiderado. No es tan amigo como creíamos, por lo visto.

3. OK. Aquí no podemos fallar. Habiendo tantas religiones cristianas, Jesús decide visitar nuestra iglesia para dar un mensaje a la comunidad cristiana del país. Podía haber elegido otra, pensamos llenos de “orgullo sano”, pero eligió la nuestra, por algo será… (comentario hecho con toda humildad, claro). Preparamos un programa digno de las circunstancias. Habiendo leído en la Biblia cómo echó a azotes a los comerciantes del templo aquella vez, sabemos que nosotros no causaremos un disgusto al Maestro: mandamos a volar a cuanto vendedor ambulante aparezca a 500 mts. a la redonda, incluyendo al pobre lustrabotas que sólo quería ver al tal Jesús. Lo hubiéramos dejado, pero se vino con la cajita de lustrar a cuestas. No tenía el perfil adecuado para esta reunión. Pero que no llore, mañana Jesús hará una presentación abierta al público en la plaza. Este evento de la iglesia es más bien para la comunidad cristiana de la ciudad. Es algo “nuestro”, sorry.

Y allí está toda comunidad cristiana, abarrotada en la iglesia al límite de su capacidad. En las 2 primeras filas de asientos -reservadas para VIPs-, los líderes de las diferentes denominaciones se sonríen entre sí, cordiales, tratándose de “hermano”. Jesús es recibido con la música del coro de niños, tan lindos ellos. Pasa al púlpito (grap... no está vestido de traje!) y se dirige a una multitud de locales y visitantes sedientos de escuchar lo que sea de parte del Hijo de Dios. Su voz es tan dulce! Es un instante tan bendito, tan increíble… Jesús abre la boca (qué momento!) y empieza…

“Habló bien de ustedes…”

(Los líderes se sonríen complacidos… quién habrá hablado bien de ellos a Jesús? Alguna entidad de caridad, algún barrio marginal donde suelen repartir medicamentos gratuitos?)

“Bien habló de ustedes el profeta Isaías, cuando dijo: ‘Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. De nada sirve que me rinda culto’ (S. Mt 15:7-9).

Esta sí que es pelada con mayúsculas. Y eso que no repitió el texto completo, que incluía la famosa palabrita “hipócritas”. Pastores y sacerdotes se lanzan miradas furibundas, echándose la culpa unos a otros con la mirada: "culpa de la tradición católica", piensan los primeros. "culpa de la separación protestante", piensan los segundos. El resto de los feligreses simplemente esperamos que nuestro rostro no salga, pleeeeease, en la fotografía que acaban de tomar los medios. No queremos ser parte de esta iglesia… qué pelada, qué pe-la-da.

Con todo sentido común, un grupito de los más “cuates” de Jesús, nos acercamos al final de la reunión y le decimos.. Che, Jesús… los líderes se enojaron. No lo tomes a mal, pero.. no se te fue un poco la mano? Era “el” evento religioso del año, man!

Oops. Me acabo de acordar que también los discípulos le dijeron aquella vez, que los fariseos se habían ofendido. Y Jesús les había respondido “déjenlos, pues son ciegos que guían a otros ciegos”.

OK, retiro lo dicho, no dije nada -le digo a Jesús antes de que me pueda responder. Les espero allá atrás, en la cantina, sí? Nos vemos! (Huir a tiempo no es cobardía, y al menos en mi fantasía, yo me salvo de esta última pelada!)

En fin. No los quiero aburrir con más ejemplos de las peladas que Jesús nos podría llegar a hacer pasar en pleno siglo de la información y el conocimiento, si seguimos más preocupados por las apariencias que por lo que hay en el fondo. Simplemente espero de ahora en más, leer menos y entender más. En realidad, lo que espero es empezar a sonrojarme por los motivos correctos. Con un Amigo tan poco discreto para tapar la malicia y la maldad, supongo que ninguna precaución está demás.