martes, 12 de enero de 2010

Sex on the beach

Una vez leí esto en alguna revista: “la gente que fantasea con tener sexo romántico en la playa, evidentemente nunca tuvo sexo en la playa –si es en la arena ésta se te pegotea en el cuerpo, se te suben bichitos, te quedás escupiendo sal por tres días... si es entre las piedras tenés la opción de reventarte la espalda acomodándote en una roca grande o haciendo equilibrio reventándote los pies con las piedras chiquitas -mientras no te resbales; te tomás una insolación o te hacés milanesa con protector solar y arena, o preparás una carpa y arruinás la espontaneidad, o vas de noche y pisás aguas vivas que no ves...” Y seguía el plagueo del pobre decepcionado.

Yo agregaría que si hay música de fondo como en las películas, probablemente es porque hay gente cerca, y con eso un bonus: la posibilidad de que otros vacacionistas te espíen, celular en mano, y mañana todo el mundo vea tu versión de sex on the beach en Youtube. Seeeeh.

(Nota a mí misma: borrar “Sex on the beach” de mi lista de 50 cosas que hacer antes de morir)

En fin, recordé esa lectura en la clínica adonde fui a parar recién llegada a la playa, luego de agarrarme una alergia que me dejó los pies en compota por 5 días. Una alergia a... sí, ríanse, al agua de mar.

Luego de 11 y ½ meses de mediterráneo stress, la tipa se viene a reventar doce días hábiles de vacaciones, marido y sombrilla de playa en mano, lentes facheros y bikini con colores Verano 2010 en mano... al mar. Sólo para agarrarse de entrada una alergia... al agua de mar. Apuesto que nadie fue a Bariloche a agarrarse una alergia a la nieve. Al menos sigo siendo original.

“É –me dice el doctor brasilero que me atendió- até um bichinho invisível pode estragar as férias, nao é?” (“incluso un bichito invisible puede arruinarte las vacaciones”)

Estragar as férias tu abuelita, quise decirle. Yo vine a divertirme y ni un bichinho invisible ni un elefante extra visible me arruinarán la diversión (música de fondo, ritmo de samba: “Eu seeeei que a vida devia ser bem melhor... mais isso nao impede que eu repita: é bonita, é bonita, é bonitaaa”).

Nota de los editores: no hay elefantes en las playas brasileras.

Convengamos que ya hubo otras situaciones inesperadas, desde que salimos del aeropuerto. Pero ya que estamos con mi cuerpo, con mi cuerpo sigamos. Aprovechando la ocasión de los pies en compota, mi período se adelanta y comienza hoy, con baja de presión y náuseas, el combo completo.

“Mi cuerpo está compitiendo contra sí mismo hoy” le digo a Fabián. “Mi sistema reproductor versus mis pies, a ver cuál me torra la paciencia primero. Por ahora van ganando los pies”.

Ajajajajaaaa!!! Ciertooooo qué bueno, compitiendo contra sí mismoooo!! Ríe con ganas Fabián, como si le hubiera contado un chiste bueno. Fabián, con su piel tostadita, con sus órganos reproductores sin recordatorio mensual de su genial diseño, con sus pies lisitos y sin ardor.

Ja. Ja. Ja. Ja. Era para que me compadezcas, tavyrón, no para darte risa.

Decía que recordaba esa lectura hoy, porque no tenía porqué sentirme desengañada ni frustrada con mi alergia como el fulano que se compró el cuento del sexo romántico en la playa. Sí fue molesto. Pero una alergia o un par de días que salen al revés de lo planeado, son parte del programa. Son parte de la vida real, y la vida real no se toma vacaciones... La gente que compra un ticket a “Lejos” para escapar de su vida, no sabe que la lleva puesta.

Gracias a Dios! Me encanta estar en un lugar paradisíaco y aún así extrañar mi propia cama. Me encanta estar lejos y también espiar a mis afectos en Facebook, porque no necesito vacaciones de ellos. Veo varios e-mails no leídos, ya los leeré otro día, pero me hace feliz verlos ahí.

¿Será que mis crónicas playeras hoy no tienen ningún mensaje de fondo? Sí lo tienen. Pero voy a dividir este tema en dos partes, porque mis pensamientos tardan en acomodarse, y mientras tanto mis dedos siguen tecleando pavadas.

El mensaje de fondo va por aquí: demasiada gente confundida anda por ahí vendiendo la idea de libertad, o de perseguir nuestros sueños, o de experimentar a Dios, como una “vacación perfecta”. Cero stress, sólo seguí las instrucciones. De entrada ya nos debería poner en guardia el hecho que quien nos vende semejante idea, no tiene cara de cero stress.

Muchos preferimos regalar la idea de experimentar a Dios, de entender nuestro diseño y cosas así, como lo que realmente es. Cero stress, no es. Es la vida real, ésta de acá abajo, con sus días buenos y malos. Pero siempre para adelante, y cada vez más en concordancia con nuestro diseño original.. y por lo tanto, con las armas que realmente tenemos y nos sirven para encarar esta vida real. No con las que da Hollywood, o la sociedad, o instituciones engordadas con teorías.. bienintencionadas quizás, pero cuyos frutos demuestran su ignorancia en el uso de armas individuales.

Experimentar al Dios real implica simplemente revelar la mejor versión posible de nosotros mismos. Y no vivir más con otra versión: ni lo que otros dijeron que deberíamos ser, ni lo que nuestras propias situaciones nos digan que somos. Vivir según mentiras ajenas o propias duele, y deja una obvia sensación de vacío cuando las luces se apagan.

Experimentar a Dios trae un elemento adicional: provisión. Ejemplo tonto: Si tenés una alergia ridícula luego de 20 años de veranear en el mar, tendrás un doctor que te la diagnostique y alguien que te mime. Léase: siempre habrá elementos materiales y humanos para encarar tus situaciones inesperadas, ayudarte a entender sus porqués, y darles fecha de vencimiento.

Hay mucho mito que desmentir en eso de “la vida será color de rosa”. La vida no es sencilla de ninguna forma. Pero “no sencilla” y encima sin sentido -sin porqués y sin para qués-, es una vida innecesariamente dura.

Si les parece, charlemos un poquito más sobre expectativas falsas vs. realistas... lanzamos “2da. de Crónicas playeras”? Pero por ahora, porfa déjenme terminar con una última anécdota de la clínica, que Fabi lamentará no haber presenciado: él busca todas las oportunidades donde pueda verme sonrojar.

El doc me sugiere una inyección antialérgica para apurar el proceso. En enfermería, no me dejo intimidar por el brasilerito bronceado de no más de 20 años fungiendo de enfermero. “Fique á vontade”, me dice señalando la camilla, mientras prepara mi inyección. Disimulando todo pudor, la Asuncena fashion se baja un poquito los pantalones y fingiendo soltura total se recuesta a esperar la medicación.. “á vontade”, cómoda, a gusto.. qué buena actriz soy, piensa. 100% actitud, como Sony Entertainment Television.

El bronceadito de blanco la mira, confundido.

“Dona –le dice tímida y educadamente...

...la inyección va en el brazo”

:(