lunes, 26 de mayo de 2008

Qué pelada!

“Pelada” es el término que se usa en mi país para describir esos momentos vergonzosos, embarazosos, en que querés que te trague la tierra, o que al menos, nadie te esté mirando. La última pelada que yo recuerdo fue cuando entré a la oficina de mi jefe con una peluca que había traído un compañero (mi jefe tiene muy buen sentido del humor). No le dije nada, sólo entré a su oficina con un documento para firmar. La idea era, obviamente, que el hombre explotara en carcajadas al verme, como habíamos explotado nosotros antes al ver a mi compañero. Pero nada. Muy diplomático, él firmó el documento y me agradeció, bien serio. Yo lo miraba como diciendo “helloooo…. peluca de loca, no ves??” Él me hablaba y me miraba con un gesto paternal, como si yo me hubiera hecho un peinado horroroso y lo exhibía orgullosamente, y como si él no quisiera herir mis sentimientos. Salí de su oficina y me empecé a reír sola, pero en realidad tendría que haber entrado de vuelta y decirle “hey… era broma! No soy taaan ridícula!”

Encima, mi jefe es extranjero. Lo habrá tomado como algo cultural, no sé :) Pero qué peladaaaaaaaaaaa!!!

Ayer estaba pensando que si Jesús estuviera caminando hoy día entre nosotros, tenerlo como amigo sería una gran pelada.

Sospecho que pocos Cristianos admitiríamos esto. Las veces que se habla de supuestos como éste, se escuchan comentarios inmediatos como: “yo sí lo reconocería como hijo de Dios aunque todos mis compatriotas lo negaran. Yo sí andaría con él, y no me importaría lo que dijesen los demás. Lo dejaría todo por estar con él”. Y el famoso “yo no me avergüenzo de Jesús” que tanto se lee en e-mails reenviados con bendiciones, oraciones, etcétera.

Será? Veamos…

1. ¿No sería una pelada estar con Jesús cuando ya supiera que está por morir? Un cristiano actual en esa situación recibiría la visita de un pastor o sacerdote que le dé la extremaunción. Un poco de aceite de oliva en la frente, una oración, la gente alrededor llorando en silencio. Un momento solemne. Sin duda, es la forma digna de entregarse al Señor. Pero Jesús está en casa de un amigo aquí en la ciudad, cuando de la nada aparece una mujer de reputación dudosa, mal vestida. Derrama un frasco entero de “Armani Gio Eau de Parfum” en los pies de Jesús, y se los seca con su propia cabellera (que -dicho sea de paso- está teñida con muy mal gusto, evidentemente en alguna peluquería barata).

Qué pelada, piensan los anfitriones. Uno señala que esa “desubicada” desperdicia así un perfume que se podría haber vendido para donar la ganancia al Hogar de Niños.. quién la invitó a esta reunión, para comenzar?

Pero sienten más “pelada”, cuando Jesús reprende a los que la critican y declara que ella ya lo ungió para su muerte (S.Juan 12:1-8).

2. Sábado de noche paseando por el centro. Momento informal, sólo de relax. Jesús entre nosotros. Estamos bien vestidos, mostrando nuestra mejor cara social. Las cámaras de “sociales” de dos periódicos están al acecho para retratar la movida nocturna con Jesús, la estrella del momento. Jesús está al volante, y detiene el auto frente a la Plaza Uruguaya, conocida por sus prostitutas. Éstas se acercan a él felices, riendo y hablando a los gritos. Nosotros miramos a cualquier otro lado.. no, mentira, las saludamos cortés-forzadamente. Pero no era la actividad social que teníamos en mente. Y además… a ver.. quién se está acercando? noooooo, los papparazzi nooo!!!

Qué pelada es andar con alguien que siente que todos los tipos de personas tienen igual valor y merecen igual atención!

Además, qué desconsiderado este Jesús.. no piensa en nuestra situación “real”. O sea, todo bien con los nobles sentimientos y todo eso, pero ¿cómo podrán el hijo del Pastor y el secretario de la Conferencia Episcopal explicar después esa foto cerca de una prostituta, un sábado de noche? A Jesús no parece interesarle este “homicidio social”. Nos dice que no piensa explicar nada. Nos reprocha que nos preocupamos por cosas secundarias y cambia de tema. Qué desconsiderado. No es tan amigo como creíamos, por lo visto.

3. OK. Aquí no podemos fallar. Habiendo tantas religiones cristianas, Jesús decide visitar nuestra iglesia para dar un mensaje a la comunidad cristiana del país. Podía haber elegido otra, pensamos llenos de “orgullo sano”, pero eligió la nuestra, por algo será… (comentario hecho con toda humildad, claro). Preparamos un programa digno de las circunstancias. Habiendo leído en la Biblia cómo echó a azotes a los comerciantes del templo aquella vez, sabemos que nosotros no causaremos un disgusto al Maestro: mandamos a volar a cuanto vendedor ambulante aparezca a 500 mts. a la redonda, incluyendo al pobre lustrabotas que sólo quería ver al tal Jesús. Lo hubiéramos dejado, pero se vino con la cajita de lustrar a cuestas. No tenía el perfil adecuado para esta reunión. Pero que no llore, mañana Jesús hará una presentación abierta al público en la plaza. Este evento de la iglesia es más bien para la comunidad cristiana de la ciudad. Es algo “nuestro”, sorry.

Y allí está toda comunidad cristiana, abarrotada en la iglesia al límite de su capacidad. En las 2 primeras filas de asientos -reservadas para VIPs-, los líderes de las diferentes denominaciones se sonríen entre sí, cordiales, tratándose de “hermano”. Jesús es recibido con la música del coro de niños, tan lindos ellos. Pasa al púlpito (grap... no está vestido de traje!) y se dirige a una multitud de locales y visitantes sedientos de escuchar lo que sea de parte del Hijo de Dios. Su voz es tan dulce! Es un instante tan bendito, tan increíble… Jesús abre la boca (qué momento!) y empieza…

“Habló bien de ustedes…”

(Los líderes se sonríen complacidos… quién habrá hablado bien de ellos a Jesús? Alguna entidad de caridad, algún barrio marginal donde suelen repartir medicamentos gratuitos?)

“Bien habló de ustedes el profeta Isaías, cuando dijo: ‘Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. De nada sirve que me rinda culto’ (S. Mt 15:7-9).

Esta sí que es pelada con mayúsculas. Y eso que no repitió el texto completo, que incluía la famosa palabrita “hipócritas”. Pastores y sacerdotes se lanzan miradas furibundas, echándose la culpa unos a otros con la mirada: "culpa de la tradición católica", piensan los primeros. "culpa de la separación protestante", piensan los segundos. El resto de los feligreses simplemente esperamos que nuestro rostro no salga, pleeeeease, en la fotografía que acaban de tomar los medios. No queremos ser parte de esta iglesia… qué pelada, qué pe-la-da.

Con todo sentido común, un grupito de los más “cuates” de Jesús, nos acercamos al final de la reunión y le decimos.. Che, Jesús… los líderes se enojaron. No lo tomes a mal, pero.. no se te fue un poco la mano? Era “el” evento religioso del año, man!

Oops. Me acabo de acordar que también los discípulos le dijeron aquella vez, que los fariseos se habían ofendido. Y Jesús les había respondido “déjenlos, pues son ciegos que guían a otros ciegos”.

OK, retiro lo dicho, no dije nada -le digo a Jesús antes de que me pueda responder. Les espero allá atrás, en la cantina, sí? Nos vemos! (Huir a tiempo no es cobardía, y al menos en mi fantasía, yo me salvo de esta última pelada!)

En fin. No los quiero aburrir con más ejemplos de las peladas que Jesús nos podría llegar a hacer pasar en pleno siglo de la información y el conocimiento, si seguimos más preocupados por las apariencias que por lo que hay en el fondo. Simplemente espero de ahora en más, leer menos y entender más. En realidad, lo que espero es empezar a sonrojarme por los motivos correctos. Con un Amigo tan poco discreto para tapar la malicia y la maldad, supongo que ninguna precaución está demás.