miércoles, 29 de diciembre de 2010

Veinte Once

Probando…

¿Cuán original es esta palabra, refiriéndose al primer reglón del primer documento que creo en la Mac?

Seeh, re original.

Estimado Steve Jobs: cumplo en comunicarle que mis dedos no reportan sensación nueva alguna, ni parecen deslizarse entre nubes. Exijo indemnización por creación de altas expectativas con respecto al tipeado con la Mac. Para mí esas cosas son importantes. Exijo mi “Exciting typing experience”!

Dije que este año no iba a enviar un saludo por las fiestas. Pero bueh, el e-juguete nuevo y la fuerte presión que ejerce… eeh… nadie en realidad, me obliga a reconsiderar eso que dije y que a nadie le importa de todas formas.

Eso sí, ya pasó Navidad, así que nada de saluditos tiernos. Y por Año Nuevo voy a decir algo que sea diferente a los saludos que copan nuestros e-mails. Que probablemente a nadie tampoco le importe -mi intento de originalidad o de reivindicación en contra de la masificación de emociones y sentimientos, bla, bla, bla…

Pucha que mis actos de rebeldía están careciendo de sentido. No tienen gracia si a nadie le molestan. Será que ya es inevitable madurar?

(Aaah, pero ahora que veo, re cool quedan mis uñas pintadas de furiosísimo rojo en contraste con el teclado blanco… no necesito ayuda, Mister Jobs, yo misma me voy a forjar mi exciting typing experience)

OK. Año nuevo, saludo, amigos leyendo pacientemente… enfocate, Caro.

En año nuevo la gente generalmente hace una lista de cosas que hará. Todos nos damos una nueva oportunidad… a nosotros y a la dieta, la disciplina, las buenas acciones, el ahorro, el trabajo sistemático, todo lo alto.

Me incluyo. Cada fin de año, religiosamente, me someto al folclórico autoengaño que incluye el compromiso, jamás mantenido, de hacer gimnasia por más de 20 minutos, por más de 3 días seguidos. Comer menos dulces. Dormir más. Ordenar mi placard. Mantener ordenado mi placard. No dejar cosas para última hora. Visitar a mis amigos antes que sus hijos se jubilen. De alguna manera, Diciembre me inserta un chip en el cerebro que me hace creer que dentro de un mes yo no seré yo, seré otra persona… más organizada, serena, estructurada, bien alimentada, etc. Y Mediados de Enero me devuelve la resignación de que seguiré siendo la versión más despelotada de mí misma.

Entonces, para evitar el autoengaño, pensé en escribir una lista de las cosas que NO voy a hacer en el año nuevo. Y empezó así: No voy a salir en enero de vacaciones. No voy a bajar los kilos demás del invierno, de los exámenes y cuanta excusa puedo invocar. No voy a ganar la eterna guerra contra la manía de Fabián de abrir todas las puertas y ventanas. No voy a (nunca voy a) tener flores que duren más de una semana, aunque use el fertilizante que usaba Eva en el jardín del Edén.

Para el 5to “no voy a”, empecé a reconocer los síntomas principales de la depresión. Todo bien con ser realista, pensé, pero no sólo de cosas inconclusas vive el hombre. Aburrir a los lectores con mis divagues es una cosa, dejarles de postre un pack de desesperanza es otra. Y no parece un buen comienzo para el ¨trabajo¨ de la Mac.

Oops… la mencioné de nuevo. Sori.

Entonces, en un último esfuerzo neuronal por el 2010, lo pensé mejor y logré compilar otra lista. Ésta sí me animo a compartirla con ustedes.

Y dice:

-En el año que comienza, NO voy a flagelarme por mis metidas de pata. Mejor me detengo a menudo a detectar las razones que las causan, trabajo en ellas, y sigo adelante.

-NO voy a hacer desaparecer mis miedos. Pero tampoco voy a dejar que me paralicen. No los voy a ascender de categoría: son y seguirán siendo simples estados mentales.

-NO voy a olvidar el poder que tiene el silencio. Suficiente ya sé del poder de las palabras.

-NO voy a molestarme tanto con las malas acciones de otras personas. Mejor recuerdo que la gente sólo puede dar aquello de lo que está llena, y si alguien tiene amargura para regalar, necesita más compasión que otra cosa.

-NO voy a preocuparme tanto de lo que no sé, de lo que sigo sin entender. Mejor recuerdo que con lo que ya sé y ya entiendo, tengo suficiente material para llevar una vida productiva.

-NO voy a evitar decirles a las personas esas cosas lindas que pienso de ellas, a pesar de que me cuesta ho-rro-res hablar sin pantalla y teclado de por medio.

-NO voy a evitar publicar lo que escribo, pensando que postear mis divagues no aporta gran cosa a la paz mundial (sí, sufridos lectores, es una amenaza).

-Y cuando el mundo no funcione como yo quiero, NO voy a olvidar que no me pusieron en él para servicios de consultoría, sino para amar a la gente.

Para una kaigue como yo, una lista de “no voy a” es súper seductora. Qué buena idea, no trabajar tan duro manteniendo algunas cosas inútiles que no me aportan nada.

Amigos: Les deseo de todo corazón que tengan una lista de “no hacer” para el año que comienza. En serio! No tiene que ser igual a ésta. Sólo tiene que estar llena de esas acciones cuya realización no les haya hecho felices hasta la fecha, no haya aportado nada bueno.
Y asegúrense de que el “no hacer” esté escrito con letras bien grandes. Quién sabe, por ahí el plan de “no hacer” dura más que el de “hacer”. Psicología inversa, que le dicen.

Feliz veinte once!