jueves, 11 de septiembre de 2008

Suicidate.

Tiempo atrás en un foro de Internet un chico escribió diciendo que se quería suicidar, que su vida era horrible, que no tenía nada por qué vivir…

Naturalmente, un montón de gente bien intencionada le respondió rogándole que no lo hiciera. Unos le contaron sus propias experiencias con la depresión o pensamientos suicidas, otros le ofrecieron amistad. Todos le urgieron a ver la vida de la forma en que ellos la veían.

Yo entré al debate y le dije.. ¿sabés qué? Según lo que contás, tenés razón. Tu vida apesta. Acabá con ella, no vale la pena vivir así.

Realmente eso fue lo que le deseé, de corazón. Pero déjenme explicarles mejor:

Matá la vida que llevaste hasta ahora y no te funcionó. Matá a la persona que sos ahora y tiene hábitos, actividades, pensamientos, sentimientos, amigos y entorno deprimente. Hacé para vos mismo algo que simbolice que a partir de tal día esa persona, así como fue hasta ahora, ya no seguirá viviendo. Y dale vida a una persona nueva, con todo esto nuevo. Sé otra persona.

Suena ridículo? Más ridículo es vivir esperando la muerte. O renunciar a toda la vida en vez de renunciar a cierto tipo de vida. Si uno llega al punto en que no tiene nada que perder, ¿qué importa lo que el mundo piense?

Qué impresionante es el momento de la muerte que antecede al nacimiento. Nunca voy a olvidar la cara de un querido amigo cierta noche, agotado por la frustración… cansancio, dolor, miedo, rencor, impotencia, el paquete completo. El ya había tenido pensamientos suicidas. Pero esta vez entendió que lo que quería era matarse y seguir viviendo.


Recuerdo el momento exacto en que hizo "clic", porque lo presencié. Él estaba luchando, lanzando al aire ideas, palabras amargas, planes… De repente suspiró y se sentó, más bien se dejó caer. Se rindió. "No quiero" dijo. "No quiero nada más de esto, quiero cambiar todo. Quiero otra vida familiar, otras actividades, no quiero esconderme más en el trabajo y en la tele. No quiero más amistades huecas. No quiero ser popular por decir lo que otros quieren escuchar. Quiero otra cosa. Quiero sentirme bien. No quiero más estrés, no más medicamentos. No más vivir endeudado. Quiero tener fuerza, no andar como un viejo. Esto no es vida".

No recuerdo cuántas cosas más sacó del baúl esa noche, pero les dio muerte con el arma letal del "no más". Al día siguiente busqué a mi amigo y ya no estaba. Se había ido para siempre. Y en su lugar, estaba una persona dando sus primeros pasos de un aprendizaje que no fue inmediato, ensayando una vida con más sentido. Es cierto, el "difunto" "resucitó" un par de veces. El "recién nacido" tuvo un largo proceso, pero sobrevivió y creció. Después de meses de mantenerse firme, finalmente consiguió todos los "quiero" que había pedido, y más de ellos. Y se deshizo de todos los "no quiero". Y lamentó no haberse suicidado antes.

Yo también me suicidé en algún momento, lentamente. Maté algunas expectativas antes de que ellas me mataran a mí. Maté relaciones negativas que sólo me llenaban de compromisos que ni siquiera disfrutaba. Maté reproches, heridas y actitudes. Maté el escepticismo que me hacía cínica e infeliz.

(OK… convengamos que algunos de mis defectos están simplemente desmayados. Y otros gozan de muy buena salud… pero ya tienen sentencia de muerte. No los quiero en mi vida. Son una carga inútil, son… como las muelas de juicio del alma -no sé a ustedes, a mí para lo único que me sirven ésas es para visitar al dentista. Not cool).

Una de las cosas que nos diferencian de los animales es que el ser humano tiene la hermosa capacidad de reinventarse. Es un privilegio gratuito, hecho a la medida de cada uno y listo para usarse en cualquier momento.

Si un día de estos buscás inspiración, ponete en contacto con personas que mataron al sabelotodo, al atrapado, a la víctima, al dependiente, al intransigente, o al complaciente que vivía dentro de ellos. Te van a contagiar sus tendencias suicidas.

Y te van a comentar de sus amigos que trataron de “salvarles la vida". Claro, los amigos extrañan a las personas a quienes estaban acostumbrados y protestan por las vidas nuevas. Se burlan de las nuevas actitudes. Es entendible: todo cambio genera resistencia. Quizás, si son sus amigos de verdad, de aquí a un tiempo celebrarán el nuevo nacimiento. Y si no lo son…. Bueno, pues que hagan duelo, porque los difuntos no volverán.

Una de las cosas que me encantan de Dios, es que él es el Dios de las segundas oportunidades. Para la mayoría de nosotros, la mujer que engañó a su esposo es siempre mirada como "la que hizo tal cosa". El empresario que robó y fue descubierto, mancha su reputación para siempre. Los medios le dan un apodo de por vida. En nuestro entorno, la frase "quién no te conoce" implica que tu pasado te condena, no importa lo que hagas en el presente. Quizás eso explique en parte por qué tanta gente ve el suicidio literal como única opción.

Pero Jesús simplemente le dijo a la mujer adúltera "Yo no te condeno. Vete, y no peque más". En lenguaje moderno: ya pasó, no pienses más en eso. Andá, hermosa mujer, la vida te espera. Empezá de nuevo. Y no vuelvas a la vida que te lastimó".

Ese es el corazón de Dios. El mira al adolescente angustiado, a la mujer resentida, al joven aburrido, al hombre fracasado, a la anciana sin esperanzas, y les anima a suicidarse con estas palabras: "El que está en mí es una nueva persona". Y no se refiere a cambios de “onda”, de ropa, de afiliación religiosa, de lenguaje ni de gustos musicales. Se refiere al único cambio importante: el de adentro. Se refiere a alinearse con principios universales de bien. A dar rienda suelta a lo que nos apasiona y luego llevarse la sorpresa de que esa pasión específica, que tanto postergamos, era justamente parte del propósito para el cual nacimos.

Y es así como el rockero drogadicto se vuelve rockero sano. El marido lleno de escapismos encuentra una vida real que disfrutar. La mamá postergada recupera su identidad. La esposa aburrida florece como una teen enamorada. El adicto al trabajo empieza a buscar verdadero éxito y deja de regalar su vida a extraños. La "superada" desecha sus máscaras y se vuelve una aprendiz entusiasta. La abusada recupera su disfrute sexual. El adolescente encuentra propósito. La prostituta forma una familia. El desengañado se juega por un nuevo amor. La limpiadora recibe su título universitario. Sí, a eso se refiere Dios cuando dice "Yo hago nuevas todas las cosas". Y hay millones de personas que son prueba viviente de que eso es una realidad.

¿Entendés ahora, amiga juzgada por gente que no sabe lo que sentís? ¿Qué te parece, amigo harto de tus problemas de siempre?

¿Estás cansado de tu vida?
Suicidate :)